La despedida

He conocido a alguien. 

Una de esas personas que lo daría todo por hacerte feliz. Que camina durante 2 horas de madrugada bajo la lluvia por ti. Que les dices que tienes un problema y corre a tu lado. Que tu sonrisa es su premio. Que es feliz con algo tan sencillo como verte dormir. En definitiva, he encontrado a alguien que me quiere de verdad. Una de esas personas que están en peligro de extinción. 

Y le he dejado marchar. 

O mejor dicho, le he pedido entre lágrimas que se marche. 

Hace tiempo que no lloraba tanto. 

Pero no es mi hombre. Es el hombre de alguna chica que probablemente aún no le haya conocido. Una chica que está en su casa esperando a ese chico que haga que todo valga la pena. 

Él me quiere. Yo le quiero.

Me ama. No le amo. 

Hace un año que nos conocemos. Al tiempo de romper con mi ex nos reecontramos. He llegado a quererle, pero no a amarle.

Y él lo da todo por mí. Me duele ver todos sus esfuerzos y no poder recompensarle como se merece. Me mata no poderle devolver como mínimo lo mismo que me da. Y él lo sabe y no me pide más. Se conforma con lo poco que le puedo ofrecer y no reclama más. 

De vez en cuando me pide ser pareja, y cuando con tristeza le contesto que no puedo, no huye. Se queda a mi lado y  dejando de lado su dolor, intenta hacerme la vida más fácil. 

Algunos pensaréis que es un pagafantas. Yo creo que es fuerte y valiente. Admiro su fortaleza. Porque ser capaz de dejar tu dolor a un lado y poner por delante de ti a otra persona que te está haciendo daño… Es de ser valiente. 

Y él lo es. 

Ojalá le amara. Todo sería más fácil. 

Pero no quiero ser egoísta. Se merece lo mejor y yo no lo soy. 

Sé que ya no podré quejarme. Que si acabo sola y con 4 gatos será mi culpa, poque tuve un buen hombre al lado y le pedí que pasara de largo. Pero él lo merece todo y yo no puedo dárselo. 

Le voy a echar de menos. Pero tengo que dejarle volar. 

A.